José Luis Miralles Quesada, heredero de una ciencia productiva que despierta un gran interés general, la lutheria, a sus 40 años lleva cuatro décadas respirando música, una pasión que ha conseguido convertir en un trabajo. En la actualidad, tiene un taller donde nace la música, Custom Guitar Luthier, en el barrio huercalense de El Cercado, en la calle Euclides número 43. Es un espacio acogedor, diáfano donde la madera, las válvulas, las cuerdas, la cola y los barnices conviven a la espera de que las manos de este artesano las conviertan en instrumentos musicales, que, con mimo y sensibilidad, la de las manos expertas del músico, darán sonidos irrepetibles.

Miralles lleva en su ADN la música y el arte de construir y reparar instrumentos. “Primero soy músico, desde niño, incluso he grabado dos discos. Comencé arreglando guitarras a amigos y las mías propias, poco a poco, hasta que una cosa llevó a la otra”, afirma.  Casi por inercia, su hobbie acabó convertido en un taller donde la música, la artesanía y la creatividad se dan la mano. Además, aunque ya no pertenece a ninguna banda, continúa tocando a dúos y tríos en hoteles y en distintos eventos y está inmerso en la grabación de su primer disco en solitario. Un disco de música instrumental.

Un lustro ha pasado ya desde que se animara a poner en marcha su taller, aunque su nombre es más conocido dentro y fuera del país desde hace unos tres años, cuando no solo abrió la ventana de su taller al mundo a través de su página web, sino que desarrolló su propia marca de guitarras, pedalboards y amplificadores, LAJ, el acrónimo de Laura, que es su hija de cinco años, su mujer Aura y él, José.

Una marca, LAJ, ya con renombre en el sector.

A día de hoy no existe ninguna formación reglada para ejercer como luthier. Es una profesión que antaño pasaba de generación en generación, aunque la curiosidad, la creatividad y las ganas de aprender viendo a otros ejercer, leyendo, investigando y buceando, en la actualidad, en los millones de vídeos que recoge internet hacen que el sueño de alguien por construir y reparar sus propios instrumentos especialmente los de cuerda frotada y pulsada se haga realidad.

José Luis, asegura que “de las equivocaciones es donde se aprende”, además de ser luthier-autodidácta, ha estudiado electrónica y trabaja en una empresa por las mañanas desde hace muchos años, es un excelente guitarrista y un gran compositor.

“Empecé a hacer amplificadores a válvula, imitando el sonido de los años 60, que es lo que realmente me gusta, y equipos con electrónicas analógicas”, relata. Y de fabricar equipos para amigos, algunos amplificadores, a comercializarlos fuera del país “en algunas zonas de Europa he vendido e, incluso, en EEUU. Poco a poco va avanzando”, sostiene.

Cada tarde se dedica de lleno a su taller del lauderia, y es que, aunque con la madera empezó haciendo pequeños proyectos, en la actualidad hace guitarras con una mayor periodicidad.

“Intento llevar todo a la par, tanto las guitarras como las pedalboards, amplificadores y kit de electrónica para guitarras, pero nuestro fuerte son las guitarras y amplificadores”, matiza.

Este artesano de la música muestra orgulloso algunas de sus guitarras.

Sus clientes son particulares, no empresas. Lo que más demandan de él son los ajustes de guitarra y reparaciones, “aquí en Almería, fuera son sobre todo kits de electrónica personalizados que los hago para cada cliente y ellos los montan y mejora el sonido”, explica. Y lo que más demanda tiene son sus amplificadores.

Sus amplificadores, con una estética vintage, tienen mucha demanda.

“También para mí es más rápido fabricar un amplificador que una guitarra. Un amplificador puede estar listo en un mes mientras que una guitarra es un proceso mucho más laborioso”, explica. Lo más sensible que le han pedido reparar, «un violín del año 1600. Yo solo pensaba: si en 400 años nadie ha acabado con él, qué responsabilidad», explica. Aunque cuando las cosas se hacen con conciencia y corazón, resultan un éxito. Y así fue.

Fabricar una guitarra es un trabajo muy laborioso.

Donde alguien solo ve un trozo de madera, él ve una guitarra. Siempre empieza por el cuerpo, para continuar por el mástil. No es un trabajo nada sencillo, requiere de mucho tiempo. El rango de tiempo puede variar de tres a cuatro meses. No es una cadena de producción, es un trabajo artesanal, por eso crear una guitarra desde un trozo de madera es un proceso arduo, al que él le pone el alma y el corazón, “y sudor, la madera se lo lleva todo. La carpintería es un trabajo muy duro, pero cuando realmente te gusta es muy satisfactorio. Luego, cuando tienes la guitarra en tus manos, piensas: cómo he hecho yo esto”, nos cuenta entre risas y orgullo.

Una de sus últimas creaciones.

Tanto es así que “cuando yo tocaba llevaba mi guitarra, mi pedalboard, mi amplificador y pensaba: lo que está sonando, lo que estoy tocando, todo es mío, todo lo he hecho yo. Eso es algo que no todo el mundo puede decir. Para mi es una gran satisfacción”, apostilla.

Una vez montada la guitarra hay que lijarla y pintarla. Una guitarra puede tener unas diez o doce capas de pintura, y entre capa y capa hay que lijar. «Luego se ve como si fuera un espejo, eso es a base de muchas manos de pintura”. Guitarras para las que utiliza distintos tipos de madera, desde fresno, aliso, caoba o arce, entre otros, que acaban pintados de colores tanto vintage como moderno; y es que los acabados “dependen de las demandas del cliente”, sostiene.

La carpintería es un trabajo muy duro, pero muy satisfactorio.

Custom Guitar Luthier cuenta con un canal en Youtube donde José Luis Miralles ha publicado decenas de vídeos con sus creaciones, con demos del sonido, suyas, que graba en su propio estudio, y de algunos de sus clientes, además de algunas de las reparaciones que realiza y de actividades que lleva a cabo en su taller como la última jornada de puertas abiertas que realizó, y que no ha podido repetir aún debido a la actual situación de pandemia. Su canal en Youtube cuenta con en torno a 45.000 visitas y con cientos de suscriptores. Además, tiene una página en Facebook donde publica frecuentemente fotos de los trabajos realizados recientemente.

Este es el estudio donde graba sus demos para compartirlas en redes.

Aunque él es el lutero, habla en plural al hablar de su taller porque cuenta con el apoyo y ayuda incondicional de los dos amores de su vida “mi mujer me ayuda mucho, por las noches se baja aquí conmigo y me ayuda, y mi hija por las tardes se viene aquí al taller y va haciendo lo mismo que yo, incluso pintó el cuerpo de una guitarra, que le di porque no iba a usarlo”, y el resultado no podía ser más creativo, y es que como dicen “de casta le viene al galgo”.

Laura ha heredado el don de su padre. Es una artista.

Las reseñas que sus clientes dejan de él no pueden ser más positivas, y aunque esta provincia cuenta con grandes luthiers “de los mejores del país”, asegura Miralles, él ha logrado hacerse un hueco gracias a la pasión que pone a cuanto hace. Y es que, José Luis Miralles, sin duda es un artesano de vida musical.

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