A inicios de esta semana se producía el regreso a las aulas después de las vacaciones de Navidad y en el colegio Buenavista, en el barrio de Las Zorreras de Huércal de Almería lo ha hecho con una más que notada ausencia, la de Juan José Moya Martínez, Juanjo o el director para los miles de alumnos que han pasado por sus clases, que se despidió el pasado 22 de diciembre, último día del 2021 en las aulas del colegio que le acogía en el año 2003, Buenavista.

Casi 20 trabajando como profesor en el centro a los que hay que sumar 20 años más de labor docente. Ahora, le toca disfrutar por fin de una más que merecida jubilación. Juanjo tenía 21 años cuando tras finalizar sus estudios de Magisterio comenzó a trabajar en un colegio concertado y “me saqué las oposiciones. Luego trabajé en un colegio de El Ejido, en Albox, en el Sindicato y en el Puche”, recuerda, mientras matiza que “no son muchos centros, la verdad, he estado varios años en cada uno”. Se incorporó a la plantilla docente del colegio Buenavista en el año 2003 “el mismo año que Fernando”, recuerda hablando del que sin duda es el guardián del centro, su conserje.

Siete años después comenzó a compaginar su labor como maestro con la de jefe de estudios.

Tres años después, lejos de abandonar el despacho, subió un escalafón más y se convertía en 2013 en el director del colegio, aunque nunca ha dejado de impartir clase, “matemáticas y lenguaje” y siempre ha sido tutor. “Yo siempre digo, porque así lo pienso, que soy maestro y estoy como director”, nos cuenta hablando aún en presente de una labor que ya forma parte del pasado, pero del más reciente que conoce.

Juanjo es un hombre alto y corpulento que a primera vista impresiona, pero cuando hablas con él no dejas de reír ni un solo instante. Sabe darle la vuelta a la tortilla. No porque no lo sufra sino porque se aferra a lo que ha logrado. Así nos hablado del estallido de la pandemia por COVID-19. “Un lunes ya no veníamos y nos echaron a los lobos”, recuerda. Sin saber muy bien qué hacer, con una documentación casi “inservible” por parte de la administración, protocolos que iban cambiando cada dos por tres. La administración actuó tarde y mal”, afirma.

Pero Juanjo no estaba solo, tenía a su equipo. “Mis compañeros son personas muy comprometidas”, asegura. Y es que el trabajo en equipo es fundamental para salir de una situación así. Aunque sí afirma que el verano de 2020 fue el más largo de su vida, la pandemia no ha sido su mayor quebradero de cabeza durante sus años como maestro. La pandemia, afirma, “solo ha permitido visibilizar problemas que ya existían. Y los niños son, sin duda, un ejemplo de aguante y responsabilidad”. Asimismo, nos destacaba el apoyo recibido por parte del Ayuntamiento de Huércal de Almería. “Colaboró muchísimo con nosotros”.

La nueva jefa de estudios, Mari Carmen Castellón, Juanjo, y su fiel escudero, Mateo García.

Casi cuatro décadas impartiendo clase, asegura que “el sueldo no te lo paga el alumno modelo con una familia perfecta, unas notas magníficas y siempre atento, el sueldo te lo paga el que es carne de cañón. El que necesita que le enseñes que lo primero que debe tener es respeto por sí mismo”. Mucho ha cambiado la enseñanza en estos años y mucho el comportamiento del alumnado. “El problema no es que no sepan es que desprecien al que sabe, al esfuerzo, al trabajo. Respeto”, piensa en voz alta mientras insiste en que “el colegio es una preparación para la vida. La enseñanza no es un producto. El alumno tiene que aprender a defenderse en la vida”.

El colegio cuenta con tres objetivos clave para el alumno: que sea capaz de leer, que aprenda a expresarse oralmente y a resolver un problema.

“Ahora son muchos los jóvenes que ven su futuro como influencer, tronista o futbolista. Dinero fácil”, relata, pero “para poder hablar y analizar algo debes conocer de qué hablas”, añade enfatizando entre líneas no expresadas la importancia del conocimiento.  “Un maestro va a la escuela a enseñar, pero el alumno debe venir educado de casa”, resalta y es que “aunque en líneas generales los padres de los alumnos del Buenavista son personas comprometidas, existen en todas partes familias que delegan funciones en las escuelas, dando por hecho que nosotros debemos educar a sus hijos”.

Como profesor, “creo que lo primordial no es transmitir conocimientos sino plantear retos al alumno. Si un niño no sale del aula con la necesidad de querer saber más, algo estaríamos haciendo mal. Hay que retarlos para que aprendan a ser capaces de seguir hacia adelante”, sostiene. Su mayor orgullo como profesor es “cuando te encuentras a un antiguo alumno que va por la calle con su hijo y te lo presenta diciendo de ti que eres el mejor maestro que ha tenido nunca”, afirma orgulloso.

Juanjo se va y Lola Díaz, antigua jefa de estudios, le sustituye. Siempre han trabajado en equipo.

La locura de Don Quijote forma parte de Juanjo, que siempre ha luchado por conseguir que sus alumnos sueñen a lo grande. Y como en la obra de Cervantes, Juanjo también ha estado acompañado siempre por su fiel escudero “Mateo García, el secretario, mi mano derecha en la dirección durante muchos años y muy buen amigo mío”.

Aunque no es el único que atesora, Juanjo asegura que todos son un gran equipo “Yo siempre he buscado resultados, no focos. Todo lo he consultado porque pienso que dos cabezas son mucho más que una más una”.

Sus compañeros no dudaron en homenajearle en su último día de clases, aunque debido a la actual situación sanitaria no pudieron hacerlo como les hubiera gustado. Habrá que esperar a que el cielo escampe, como suele decirse, para ver si pueden cumplir sus deseos.

Alumnos, profesores, e incluso padres, despiden con nostalgia a quien durante tantos años ha sido la cabeza del centro.

Mientras, Juanjo, padre y abuelo, va a vivir su jubilación sin necesidad de programar cada día, disfrutando de su familia y de la vida. Su legado permanecerá en el Buenavista cuyos muros siempre recordarán su eterna sonrisa.

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