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Francisco Carreño, centinela de la ilusión

Es vendedor de la ONCE en Huércal de Almería desde hace casi un lustro, y se despierta cada mañana con la esperanza de que sea ese el día en el que reparta millones de euros entre los vecinos del municipio

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Francisco Carreño, de 47 años, está plantado junto a su expositor, en la céntrica calle Real de Huércal de Almería, con aires de centinela, al lado del estanco. Cada día, de martes a sábado ve pasar el tiempo hasta que alguien caiga a comprarle un cupón de la ONCE. Es jueves. A pesar de que es otoño, el sol acompaña y, seguro, será un día bueno de ventas.

No le gusta hablar de euros, pero sí de números. Cada día, incluso los que libra, domingo y lunes, tiene un objetivo de venta marcado por la ONCE. Así, para esos días, de forma anticipada a su descanso, debe vender 40 cupones diarios. La cosa va in crescendo con el transcurrir de los días. Los martes, miércoles y jueves tiene un objetivo marcado de 100 cupones diarios, el viernes de 140 y el sábado de 120 cupones. Es una cifra muy elevada.

Debe vender 640 cupones a la semana, a los que hay que sumar otros productos de lotería como: Rascas, Eurojackpot, Super Once, Mi día, Triplex, Extras.

“Yo, por ejemplo, el sábado tengo que vender lo de ese día, más lo del domingo y lo que me quede del lunes. Y se vende. Sobre todo, el jueves por la tarde se vende el cupón del lunes, mucho”, explica Carreño. En esta línea apunta que “si no los vendes pues se devuelven, pero los cupones son algo que se vende”.

Devolverlos tiene sus connotaciones negativas y es que la nómina de un vendedor de la ONCE es como la de cualquier comercial que tenga un salario fijo más una comisión. “No podría decirte qué porcentaje del sueldo es de los cupones, cuál de los rascas, o de los demás productos de lotería. La nómina de la ONCE es compleja, pero tenemos un sueldo base más comisiones de ventas”, sostiene.

Pero no es de extrañar que logre vender tanto, pues lo de las ventas lo lleva en el ADN desde muy joven. “Cuando tenía 12 años, mi madre, que en paz descanse, me sacó de la escuela para vender pescado por las calles del barrio de Pescadería. Había que comer”, recuerda.

Aunque no es un vendedor invasivo. “No me gusta molestar a la gente. Como mucho puedo decir: ¿necesita algo vecino? Pero, a no ser que sean mis clientes de siempre y tenga una confianza con ellos, incluso amistad, no me gusta abordar a las personas”, matiza.

Amable, sonriente y esperanzado, cada día supera con creces sus esperanzas de venta

Además, no ajusta sus ventas al horario que tendría que cumplir, empezar a las 11:30 de la mañana. A las 06:15 am, cada día, suena su despertador. Comienza la jornada. A las 07:30 de la mañana ya está en la calle, dejando cupones a algunos clientes “como en algunos bares donde llevo habitualmente”, apunta. Antes de salir por la puerta de casa, ya ha despertado a sus hijos. “Cuando llego de repartir esos cupones, los llevo al instituto, y después llego a Huércal y continúo la venta”, afirma.

Y es que, el que algo quiere, algo le cuesta. No para hasta las dos de la tarde, cuando regresa a casa para almorzar y descansar un poco. A las 17:00 horas ya ha comenzado de nuevo a vender, al ser por la tarde cambia de ubicación. “Me voy al aparcamiento del Mercadona, como el compañero que trabaja en este punto por las mañanas no está por la tarde, me pongo yo”, enfatiza.

Si buscas la suerte, en Huércal de Almería son cinco los vendedores que a diario reparten ilusión. Dos ubicados “en el centro del pueblo, otro frente al instituto, uno más en la CEPA, y un compañero, que se ha incorporado recientemente, que se sitúa en Villa Inés.

 

Es natural de Almería capital “nacido, criado y engordado allí, como se suele decir, pero me siento un vecino más de Huércal de Almería. Paso aquí todo el día trabajando, compro en los comercios de aquí, si tengo que desayunar lo hago aquí, e incluso, a veces, si mis hijos no van a comer en casa, como en algún bar de aquí”, relata.

Francisco, Paco, como le llaman sus amigos, es un hombre cercano, honrado, trabajador y luchador. Aunque su vida personal no es sencilla no le falta nunca una sonrisa ni el trato amable. Además, es inquieto culturalmente y está en constante formación: “fui el primero de mi promoción y hago muchos cursos, ahora en noviembre hago otro”. Les enseñan desde técnicas de venta, actitud ética, juego responsable, entre otros muchos. “Yo no sé ni cuántos diplomas tengo ya. Aunque abandoné pronto la escuela, mi hijo dice que soy un empollón, pero es que me gusta saber y saber bien lo que hago y cómo mejorar”, apostilla.

Sueña cada día con repartir un premio «gordo» entre quienes más lo necesitan

Aunque ONCE, que este año cumple su 83 aniversario, es el acrónimo de Organización Nacional de Ciegos Españoles con el paso de los años las cosas han cambiado mucho. “Ahora no es que tengas que ser ciego, sino que con tener una minusvalía de un 23 por ciento te puedes afiliar. Yo la tengo de un 27%”, explica.

En el año 2014 volvió a nacer

“Yo trabajaba como técnico de Michelín, un día al salir del trabajo, cundo me dirigía a recoger a mis hijos del colegio, tuve un accidente. Un trailer me arrolló. Lo hizo de forma que, si mis hijos hubieran ido en el coche, hoy, estarían muertos”, recuerda aún con el vello erizado. “Pasé un año ingresado en Sevilla aprendiendo a caminar de nuevo. Se me desplazaron todas las vértebras, menos la primera. De haber sido así, me dijo el médico, habrían caído todas como si de un castillo de naipes se tratara”, apostilla.

Aunque camina con total normalidad, sus dolores son muy fuertes, y la pierna izquierda “ a veces se me engarrota. No debería pasar mucho tiempo de pie, pero no me queda otra opción. Po eso al mediodía descanso varias horas. No me duermo, sino que descanso el cuerpo para poder continuar trabajando por la tarde”, añade.

             Cada tarde reparte ilusión a los clientes y trabajadores del supermercado

Se afiliaba en la ONCE en el año 2015 y desde hace cuatro años reparte suerte en Huércal de Almería. El 90% de sus ventas proceden de los Rascas. “Es dinero al instante, pocas cantidades, pero más probabilidades y la gente juega más”.

En cuanto a la venta de cupones, hay números que la gente demanda más que otros. “Como por ejemplo el 13, que si no lo llevo puedo sacarlo por la máquina, si el número aún está disponible. Aunque ese número vuela”.

Entre el siglo XIX y el XX nació la mística costumbre de bautizar a los números de la lotería con apodos representativos. Pero el origen no está del todo claro. La muerte, la agonía, el león, el caballo, el matrimonio, el gato, el negro… Estos eran los nombres que los ciegos de la ONCE cantaban en las calles, una práctica conocida como los Iguales’.

“A día de hoy aún se sigue repitiendo. Son muchos los clientes que en vez de pedirte el número te lo piden por el mote. Algunos han cambiado. El 69 antes era el erótico y ahora es la mudanza”, afirma.

Todos los números están en el bombo, pero la suerte no siempre está de cara a uno

Los números más demandados por los vecinos de Huércal de Almería son “13 conocido como el verde, que es el que más se vende, el 38 que es el perro, el 75, el gato, el 22, los patitos, el 90, el abuelo, el 60, la abuela, el 41, el negro, el 51, la cabra…”

Aunque todos, preferencias o supersticiones a parte, todos los números están en el bombo y si la suerte ha de llegarte, sea cuál sea el número, lo hará. Paco, afirma que “soy como los Reyes Magos, le digo siempre a mis hijos, Miguel Ángel y Jesús. Reparto Ilusión. Mi sueño antes de jubilarme es poder repartir un premio gordo. Un Eurojackpot, por ejemplo, que son 10.000.000 millones de euros”, afirma sonriente y con brillo en los ojos, el mismo que denota la ilusión de un sueño que ojalá vea convertido en realidad. Por él y por la suerte de quien sea el afortunado, si se cumple. Hasta entonces, habrá que esperar.

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