Hace 58 años, en el pequeño pueblo de Instinción, nació Pepe López Salvador, un hombre destinado a desafiar las probabilidades y convertirse en un ejemplo de superación. A los seis meses, su padre notó que no podía sostenerse en pie. Poco después, le diagnosticaron poliomielitis, dejándolo con una discapacidad del 65%. Sin embargo, Pepe decidió aprovechar al máximo el 35% de su capacidad intacta, convirtiéndose en un montañero de renombre.
Pepe inició su pasión por la montaña a los 17 años, ascendiendo el cerro Montoro en la Alpujarra almeriense. Desde entonces, no ha parado: ha conquistado casi todos los tresmiles de Sierra Nevada, incluyendo una memorable subida nocturna y en solitario al Mulhacén. En 2018, alcanzó la cima del Kilimanjaro (6.895 metros sobre el nivel del mar) tras una ardua expedición de ocho días, demostrando que no hay barreras para quien tiene determinación.
Además de sus logros personales, Pepe ha mostrado un lado profundamente solidario. Tras el terremoto de Nepal en 2015, recaudó más de 6.000 euros para construir un colegio-orfanato en la región afectada. Su amor por las alturas también lo llevó a los Picos de Europa, el Pirineo, los Alpes y el Himalaya, donde completó uno de los recorridos más exigentes del mundo.
A pesar de una fractura de muñeca en 2019, Pepe exploró nuevas formas de aventura con una handbike. En 2022, recorrió 1.880 kilómetros desde Instinción hasta Finisterre, y en 2024, atravesó el Alto Atlas y el Desierto del Sáhara. Ahora, sueña con recorrer la Patagonia y participar en La Desértica.
Pepe López Salvador es una inspiración viviente, recordándonos que los límites existen solo en nuestra mente.
