Imaginas un armario en el que al abrirlo encontraras ropa de calidad, tanto de hombre como de mujer, y que a esas prendas de moda además les pudieses añadir originales complementos y un asesoramiento de imagen personalizado, además de un casi “gabinete psicológico” aportado por alguien con un amplio bagaje… Y todo dentro de un espacio con un look cuidado al detalle que lo convierten en un lugar acogedor, con toques industriales y una decoración con tintes vintage que invitan a quedarse. Si has logrado imaginar un armario así, que sepas que puedes visitarlo. Existe.
Se trata de una boutique, El Armario, al alcance de todos los bolsillos que se encuentra en la urbanización Los Pinos, en Huércal de Almería, concretamente en la calle Arcilla número 49.
Al abrir la puerta, una amplia sonrisa te espera, la de su propietaria, Margherita Catalano. Una mujer elegante, creativa, proactiva, empática, con don de gentes, una mirada limpia y un corazón de oro, ese que ha hecho que su clientela, llegada de muy diversos rincones de la provincia, incluso tan “lejanos” como Berja o El Ejido, se hayan consolidado convirtiéndose en amigos clientes.
El Armario abría sus puertas en plena crisis económica en España, la crisis del ladrillo. En breve cumplirán 11 años. Los valientes, Margherita y su marido Fernando, que venían de una trayectoria profesional muy diferente. Él, propietario de una promotora y constructora, a la que se vio abocado, precisamente durante esa crisis, a dar el cierre, y ella, siempre trabajó como intérprete.
Margherita “mitad española y mitad italiana. Mi padre es italiano y mi madre es de Almería, aunque lleva tanto tiempo viviendo en Italia que ya hasta palabras del castellano se le están olvidando. Yo no quiero que me pase eso con el italiano, aunque pasa”, explica. Nació en Nápoles, hace casi 56 años, aunque a juzgar por su aspecto, bien podríamos decir que fue hace poco más de 40 años “a mi madre también le pasa. A sus 90 años nadie diría que los tiene. Aparentamos ser más jóvenes”, afirma. Suerte de genética, aunque “vivo de las rentas de mi juventud. Entonces hacía mucho deporte e incluso era monitora de aerobic”.
Margherita ha mamado la cultura española no solo en casa, también en su piel desde siempre. “Veníamos cada verano a visitar a la familia de mi madre. Tanto venir, un verano me enamoré de un almeriense”, con él se casó y tuvo dos hijos, Darío y Adrián, “treinteañeros”. Reside en España desde hace 27 años. Y en Huércal de Almería lleva tanto tiempo viviendo que ya es huercalense de adopción. Con el tiempo, su matrimonio terminó, pero el destino le deparaba la mayor fortuna, encontrar al gran amor de su vida. Fernando Taramelli, hace más de una década. Desde entonces son amigos, amantes y socios. Son compañeros de vida.
Juntos se embarcaron en este proyecto, El Armario, poco después de iniciar su relación y el resultado no ha podido ser más exitoso. Cuidan cada detalle, pero sobre todo ponen alma y corazón en lo que hacen.
Como nos cuenta Margherita “no vendo por vender, si algo no te queda bien lo digo. Si vienes con un vestido para un evento y buscas otro, te aconsejo cómo complementarlo, no te incito a comprar otro vestido teniendo uno. No es honrado. Yo asesoro a mis clientes y si buscan algo que no tengo se lo digo, no las llevo a comprar algo que no necesitan o buscan”. Esa es la esencia de El Armario, la honestidad y cercanía; “y eso me hace sentir satisfecha. Esa es mi esencia. Por eso no vendo por redes sociales. Las utilizo para anunciar actividades o novedades, pero no para vender”. Pero esa esencia de El Armario, lo que le distingue de otras tiendas de ropa y complementos, es Margherita, quien no solo asesora, sino que busca empoderar a la mujer. “Si te arreglas te ves bien, te sientes más segura, proyectas otra actitud y eso es lo que recibirás como respuesta de los demás”, relata.
Además, se implica en cada pedido. “Si un cliente viene porque tiene un evento y necesita un complemento especial que no tengo, hablo con mis proveedores hasta dar con lo que necesita”, apostilla.
Pero El Armario es conocido además por sus showrooms, “hace poquito hice otro. Con modelos, para presentar la temporada de otoño-invierno”, y por sus originales escaparates que, además, llegan a ser temáticos dependiendo de la fecha, pero no al uso. El pasado Halloween incluso escenificaron una escena de El Exorcista, con personas reales. Tan reclamados se han hecho ya que “cuando se acerca la fecha son muchos los niños que vienen a preguntar si voy a hacer algo especial. Y me lo preguntan con miedo e ilusión, saben que les va a gustar. Y los padres también me felicitan después”.
Como a otros muchos sectores, la pandemia por la COVID19 les golpeó. 2020 fue un annus horribilis para ellos. El 4 de enero Fernando volvió a nacer. Ese día del año 2020, en plena conversación tuvo una parada cardiaca. Lejos de entrar en pánico, ella le reanimó y le salvó la vida. A su llegada al hospital le dijeron que debía ser operado de urgencia o moriría y le trasladaron hasta Granda. A los 15 días “el médico dijo que teníamos que irnos a casa, había una gripe muy fuerte y ya había pacientes ingresados en planta. Si Fernando se contagiaba, teniendo sus defensas tan bajas, moriría”, relata con los ojos brillosos, recordando un capítulo negro de su vida. Esa gripe de la que hablaban a principios de febrero era coronavirus, que acabó en pandemia y de la que aún no hemos logrado salir.
Tras un largo postoperatorio, a principios de marzo El Armario volvía a abrir sus puertas “y a la semana se decretó el Estado de Alarma. Una semana pudimos abrir”, señala. La falta de ingresos y tener que seguir haciendo frente a los pagos “solo pensábamos en cuánto duraría y una vez abrimos de nuevo, el miedo era que nos volvieran a cerrar. Habría sido el fin”, sostiene.
Pero hay un refrán que dice que: Dios aprieta, pero no ahoga. Hace unas semanas Margherita participaba en el concurso Veo cómo cantas, presentado por Manel Fuentes y los asesores Ruth Lorenzo, Ana Milán, Josie y El Monaguillo. Su hijo, Adrián fue quien la apuntó al casting, aunque no a este. “Fue hace cuatro años, para el programa Ven a cenar conmigo, fui seleccionada, pero dejó de emitirse así que me llamaron para decirme que se quedaban con mis datos para futuros castings porque mi perfil les había gustado”, explica. En enero de este año recibe una llamada y “como mi hijo es tan bromista pensé que se trataba de una de sus bromas porque me explicaban que me llamaban de Warner Bros España, que iban a lanzar un nuevo concurso basado en un programa Corea con mucho éxito y que querían hacerme un casting para participar”. El casting, online, duró una semana y fue seleccionada.
Aunque la emisión de su paso por el concurso fue el pasado 6 de octubre, la grabación fue a finales del pasado mes de enero. “Fue una experiencia maravillosa. Me divertí muchísimo y me sentí muy arropada por todo el equipo”, recuerda sonriente.
En Veo cómo cantas, los concursantes, con la ayuda de un panel de famosos y un artista de renombre, deben adivinar si los cantantes misteriosos son buenos o malos vocalistas sin escucharlos cantar, solo por su apariencia y su forma de moverse. Durante su participación, Margherita contó con el apoyo del asesor invitado José Mercé. Hizo un gran concurso, su intuición es muy buena y logró adivinar quién era el cantante real de entre los nueve participantes. Logró ganar 30.000 euros, “que ni los vi porque entre Hacienda y que los usamos para comprar el local en vez de seguir pagando un alquiler por la tienda”, contesta feliz al preguntarle en qué invirtió el dinero del premio. Pero no solo se trajo dinero, ganó dos amigos, Manel Fuentes y Josie “con quienes me sigo escribiendo. Son adorables”.
Sin duda, si existe un ropero que acoge mucho más que moda y complementos ese es El Armario, una boutique con alma.