El mes de noviembre es el mes morado; cuando se acentúa la indignación y repulsa por la violencia de género. Hoy se cierra una semana de actos conmemorativos a una efeméride por la que cada vez más personas luchan a diario por erradicar. Por eso hemos querido poner de relieve la labor de una Asociación, Protegidas, que pese a su reciente constitución ha logrado dar pasos de gigante en pro de esta erradicación.
El 25N es una fecha clave en el calendario mundial, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Un mes en el que los talleres, conferencias, manifestaciones, exposiciones, cursos y manifiestos se repiten por todos los rincones para poner voz a una demanda social colectiva: la lucha por la erradicación de esta lacra social que en lo que va de año, solo en España, ya se ha cobrado la vida de 37 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Pese a la lucha y educación, la alerta por la violencia de género se cierne cada vez más en edades cada vez más tempranas. Situaciones que no se denuncian por desconocimiento, por considerarlo una muestra habitual de “amor” y “porque muchas de las jóvenes tienen miedo a que sus padres sepan que tiene novio”, explica Beatriz Leiva, presidenta de la Asociación Protegidas.
La violencia de género es un problema mundial al que desde el año 1999 se le pone fecha en el calendario para luchar por su erradicación. Una fecha, el 25 de noviembre, que no se elige al azar. Fue casi 40 años cuando la sangre de víctimas inocentes detonó la necesidad de evidenciar un problema que cada día afecta a millones de mujeres en todo el mundo. Pero, la violencia machista no es un problema de un día o mes al año. La lucha por su erradicación es una necesidad constante. “El problema de la violencia de género no es algo puntual del mes de noviembre sino un problema que está durante todo el año”, explica Leiva.
Precisamente ser consciente de esta necesidad, así como de las que tienen todas las mujeres en riesgo de exclusión social y las carencias existentes, es el germen sobre el que nace la Asociación “Protegidas”. Tras ella, tres mujeres con un amplio bagaje en el movimiento asociativo desde inmigración, a menores, mujer, discapacidad, orientación laboral, exclusión social, y un amplio etcétera que las lleva a unir su fuerza, compromiso, conocimiento y experiencia para luchar por un proyecto en común. Y lo hacen en plena crisis sanitaria por la COVID-19.
La Asociación nace el 14 de julio de 2020 con una infinidad de proyectos e ideas enfocados principalmente a la igualdad de género. Trabajan a diario por promover la integración social, laboral y educativa de personas en riesgo de exclusión social impulsando programas de acogimiento integral y actuaciones concretas para combatir la despoblación de los pueblos.
Por ello, para comenzar su andadura, una iniciativa nada común que, desde el inicio, lleva al Instituto Andaluz de la Mujer de la Junta de Andalucía a brindarles su apoyo. Se trata de “un recurso residencial para mujeres en riesgo de exclusión social con menores a cargo para trabajar con ellas en el ámbito rural, que está dando muy buenos resultados porque al ser un entorno más pequeño, cercano, hace que los vecinos se vuelquen con las mujeres. Cuando conocen su situación las ayudan en todo cuanto pueden”, y aunque parezca que la orientación laboral sea más difícil en el ámbito rural ellas “recuperan trabajos que caían en el olvido a ser la población de la zona gente mayor que ya no puede hacerlos. Ellas limpian iglesias, trabajan en el campo, se ofrecen para el cuidado de personas mayores”, especifica.
En el ámbito rural también han realizado talleres sobre violencia de género que, “al hacerlos de forma dinámica la gente lejos de verlos como una amenaza los ve como una forma de conocimiento”, sostiene. Talleres que llevan consigo charlas sobre agresiones sexuales también.
La Asociación Protegidas ofrece una atención multidisciplinar que va desde la orientación laboral a atención psicológica, trabajo social a educación social. Pese a su corta vida son muchos los proyectos que han, y están llevando a cabo. En Huércal de Almería han puesto en marcha una Escuela de Igualdad que se ha desarrollado durante todo el mes de noviembre, en los que han impartido ocho talleres con un eje común: avanzar hacia una sociedad igualitaria y libre de violencia machista. Así, han trabajado aspectos como: La familia como agente socializador; Corresponsabilidad; Educación emocional; Educar en valores igualitarios; Violencia de género: prevención y detección; Violencia de género: adolescencia; Redes sociales, beneficios y buen uso, y Espacios saludables y comunes.
“La finalidad de ayudar a las familias a ejercer su papel socializador, a comprender la etapa evolutiva de sus hijos/as y dotarles de las herramientas necesarias para resolver de forma positiva y constructiva los conflictos naturales de la juventud”, explica Leiva.
Buscar los cambios en la mentalidad familiar, favorecer la corresponsabilidad entre todas las personas integrantes de la familia, identificar las emociones y su gestión, impulsar los valores igualitarios, identificar las situaciones de violencia de género, conocer los recursos públicos de atención en violencia de género, promover el uso de las nuevas tecnologías, identificar los beneficios y los malos usos de las redes sociales, e impulsar el diseño de un espacio igualitario en cada familia han sido algunos de los objetivos. “Iniciativas como estas son vías que llevan a que la sociedad entienda el problema que existe”, matiza.
Y es que, aunque la educación hoy en día tiene el papel de la mujer muy presente si es cierto que aún hay muchas barreras en los centros educativos para educar en igualdad. Barreras que en muchas ocasiones ponen los padres “cuando se trata dar charlas en los colegios con respecto a este tema: violencia de género, hablar de feminismo, hablar de mujeres, son los propios padres los que ponen la barrera y no quieren que se hable de esos temas. Lo que hace que a los centros educativos se les haga muy difícil poder trabajar esos temas cuando tienen a tantos padres en contra de hablar, de la forma de tratar el tema”. En esta línea afirma, además, que “considero que las escuelas no deberían dar a elegir entre Religión o Educación en Valores, sino que esta debería ser una asignatura más dentro de la educación. Nos falta mucha educación en valores”. Aunque la responsabilidad no recae en los centros educativos, los padres, las familias son el principal agente socializador, “pero la escuela también lo es”, sostiene.
Aunque son muchos los recursos existentes para ayudar a estas mujeres a avanzar hacia un futuro mejor “muchas de ellas no saben que existen”. El apoyo para ellas es fundamental. Al dar un paso al frente lo hacen teniendo “una baja autoestima, miedo a que alguien pueda ejercer un control sobre ellas, se sienten muy solas. El factor psicológico es muy difícil de tratar y perdura en el tiempo”, apostilla. Por ello, la labor de la Asociación Protegidas es fundamental.
El trabajo es uno de los condicionantes claves que permite al ser humano aumentar su propia percepción de dignidad. En situaciones de vulnerabilidad, más aún. Lograr que estas mujeres inicien su propio camino, de forma independiente y seguras es uno de los objetivos de Protegidas. Y es, precisamente, en esta labor de ayudarlas en la inserción laboral que lo que ha llevado a la asociación a firmar un convenio de colaboración con la empresa CLECE, cuyo principal objetivo es promover la inserción laboral y sensibilizar a la sociedad sobre los problemas de estos colectivos desfavorables y que se encuentran en una situación de vulnerabilidad. Sin duda, un gran tándem.
La Asociación Protegidas comienza su andadura con ilusión y compromiso para crear una sociedad igualitaria y justa «hacia nosotras, LAS MUJERES. Por ello, creamos un logotipo que nos representa a todas y cada una de nosotras”, explica. Una acuarela para simbolizar el diseño de esta asociación, ya que, “éstas sirven para dibujar nuevos rumbos y metas que queremos conseguir”. “De esta manera, cada persona marca su propia identidad llena de vida, creando caminos diferentes, personales y también buscando fuerza e intensidad en el color. Intensidad para ser escuchadas, formarse, aprender, desaprender, buscan ser PROTEGIDAS”, concluye.
El 25 de noviembre de 1960 tres hermanas: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas como ‘Las mariposas’, que formaban parte de una familia acomodada de la provincia de Salcedo, en República Dominicana, todas habían cursado carreras universitarias, se habían casado y tenían hijos y cuyo “error”, a ojos de la dictadura, era el activismo político que llevaban a cabo en contra del régimen, llegando incluso a ser encarceladas en varias ocasiones, las llevó a la muerte. Ellas, junto a su chófer, Rufino de la Cruz, fueron interceptadas por la policía secreta, quien las ahorcó, las golpeó y las tiró por un barranco para simular un accidente de tráfico.