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jueves, noviembre 21, 2024
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Homenaje a Rafael Navarro Egea, el ‘caballero andante’ de Canjáyar

La Alpujarra almeriense tiene su propio caballero andante, una de esas personas que sobrevuelan pueblos y sierras rodeado del respeto de sus vecinos. Es Rafael Navarro Egea, hijo de la noble villa de Canjáyar de la que es servidor y memoria viva, guardián de los recuerdos del pasado, pero también de los del presente y, muy probablemente, moldeador del futuro de su pueblo y del resto de esta comarca del Andarax.

Bien entrado en los noventa años, Rafael tuvo ese homenaje que la mayor parte de los hombres ilustres tiene tras la vida. Más de cien personas en una comida que tuvo su mejor plato a los postres, cuando recibió de manos de sus paisanos regalos, aplausos, el reconocimiento del Ayuntamiento al que tantos años sirvió como secretario (también lo fue del de Laujar de Andarax) y hasta un sentido soneto de Luisa María García Velasco que lo definía como “un delgado Quijote de la Alpujarra, el sombrero galante y bien plantado”.

Rafael es parte de la vida del pueblo, pero también un enamorado de su historia, de su patrimonio y de esa cultura de la razón que sólo puede cultivarse en los pueblos, junto al río, bajo las parras o en alguno de los huertos que aún hoy representan la memoria viva de un rincón de Almería que fue capitán en el apogeo de la uva del pasado siglo.

Quienes han compartido la vida con Rafael Navarro coinciden en destacar su nobleza de carácter, el placer de su conversación, el empeño constante por rescatar todos y cada uno de los episodios que han ido conformando la idiosincrasia de los canjilones, de tal forma que el pasado cobra vida a cada paso, repleto de ese conocimiento que sólo se puede adquirir recorriendo a pie cada vericueto, cada calle, cada plaza y charlando con los paisanos, cada uno de ellos depositarios de su parte de la historia común.

Ese apelativo de ‘caballero andante’ no es una licencia del cronista, sino el resultado de una de esas costumbres capaces de definir a una persona; porque Rafael cada tarde se acicala, elegante en su estilo y coronado por un sombrero de ala ancha y camina hacia otros rincones. En sus largos paseos visita pueblos de los alrededores como Padules, Almócita, Beires, Ohanes o Rágol.

Todos en la comarca le conocen, todos comparten con él sus recuerdos, sus anécdotas. Otros le piden consejo o comparten un vino y se adentran en temas recurrentes como el flamenco o los toros, con profundo respeto por los comentarios de un Rafael que es compañero, vecino, pero sobre todo gran conocedor de cada uno de los temas.

Para esta ocasión, destinada a rendirle homenaje, se reunieron en Canjáyar muchos de sus amigos o, simplemente, quienes lo admiraron desde la distancia: allí estuvieron desde el presidente de la Audiencia Provincial, Luis Miguel Columna, al delegado de Educación de la Junta, Francisco Alonso (dos legislaturas al frente del pueblo), exalcaldes como Juan José Romera o la actual regidora, Toñi Urrutia.

Rafael, poco amante de este tipo de festejos, tuvo palabras de agradecimiento, hizo ejercicio de humildad abrumado con tanto cariño como recibió, se emocionó en algunos momentos y dejó para el final probablemente lo más emotivo de su homenaje al acercarse a Paquita Compán, que este próximo mes de octubre cumple cien años y que ha sido, junto con su hermana Salvadora, ya fallecida, la eterna vecina de ‘Rafaelico y su hermana Fernanda’. Su abrazo, sus lágrimas, el tierno sentimiento de ese momento, no se puede, quizá ni siquiera se debe, trasladar a una crónica de sociedad.

Antonio Fernández / La Voz de Almería

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