(Artículo de Nico García publicado en Diario de Almería)

Cuando con ocho años golpeaba el balón de gomaespuma o el tetrabrik del batido de chocolate (por la extraña norma de no dejar jugar a la pelota) en el patio del colegio SAFA, el sueño de ser futbolista profesional era el pensamiento con el que se levantaba cada mañana y se acostaba cada noche. El próximo domingo Andrés Gómez Ortega (1995, Huércal de Almería) quiere agotar el último cartucho con lo que sueña cualquier niño, aunque vaya soplando velas. “¿Que cuál es mi objetivo? Ser futbolista profesional, pero quizás esté feo que lo pongas porque ya tengo 26 años”, afirma el delantero almeriense desde la pequeña localidad de Oberzell, dentro del distrito de Ravensburg y sus torres medievales tan características.

Andrés Gómez ya no es un crío y es consciente de que sólo llega a la élite un ínfimo porcentaje. Pero los sueños nunca se pierden y casos más rocambolescos se han visto en un deporte en el que reina la imprevisibilidad. Tras formarse en el Huércal, Los Molinos y Oriente, con 19 años recaló en el Hospitalet de L’Infant, con el que consiguió ascender a Tercera. Fue entonces, en el estío de 2015, cuando decidió hacer las maletas y marcharse al Eintracht Cuxhaven, donde militó dos temporadas. Como quiera que el balompié no es sólo los estratosféricos sueldos que se pagan en el Parque de los Príncipes, el habilidoso delantero almeriense también estuvo trabajando primero en una residencia de ancianos y después en una fábrica de comida envasada, ya con un buen nivel de alemán.

“Hubo muy buenos momentos, como un amistoso ante el Hamburgo. Pero lo pasé fatal porque también quería terminar mis estudios y me agobié ya que no lograba compaginarlos”, explica el ariete, que regresó a Almería para convertirse en técnico de farmacia. “Aunque sea consciente de que los estudios son muy importantes, no hay día que me arrepienta de haber apartado las botas”, prosigue.

Así que en septiembre de 2019 decidió retornar su sueño, probando suerte en la República Checa, en el Krnov. Sin embargo, no podía tramitarse su ficha hasta enero por problemas de inscripción con jugadores extranjeros. Vuelta a casa, quitándose el mono en el Huércal… y vuelta a Alemania. A finales de febrero de 2020 firmó con el SV Oberzell, de la Landesliga alemana. La pandemia volvió a destrozarle su sueño: tuvo que hacer la cuarentena en Alemania antes de regresar a España al suspenderse las competiciones. No llegó a debutar. Pero la paciencia es una virtud y tras 18 meses esperando por la actual situación socio-sanitaria, la pasada semana viajó hasta el sur de Alemania.

Este domingo debutan en liga en el feudo del Bad Wurzach y el próximo miércoles tendrán Copa ante el Aulendorf. Allí estará un Andrés Gómez que ha sorteado mil y una piedras para volver a estar donde deseaba: en el césped. Aprovechará la oportunidad. O no. Lo que es indudable es que la afronta con más ganas que nunca tras reencontrarse a sí mismo en el camino, tras reencontrarse a ese niño del patio de la SAFA.

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